La leyenda del Zurquí

La leyenda del Zurquí

La leyenda del Zurquí

Turi uah pudo llamarse la Princesa de los Valles del Barva, la hija del cacique Térraba, cuya tribu caminó por las faldas del Zurquí.

Alguna vez sus labios habrán pronunciado Kap-kué (labio), an-gua (niño), di (agua), mientras el fuego separaba su cuerpo del frío, la niebla, la lluvia.

Turi uah pudo ser su nombre, el nombre de la que dijo un día «shin» (nosotros), «bob» (contigo), al guerrero que cruzó los bosques del Zurquí para buscarla.

El guerrero tiene la frente alta como un espejo de plata, como un monte que recibe a la lluvia. El guerrero ha dicho a Turi uah que ella es su flor de los valles. Pero, deberán buscar una mañana en otro lugar, porque éste es el país del llanto, y la ceniza; éste es el territorio oscuro de la guerra y el amor no puede llevarse a la princesa al lado del enemigo.

Turi uah huye por la montaña con el guerrero de la frente como un espejo; hunden sus pies en la tierra pródiga; verde, húmeda; abren heridas que son caminos; la tierra cura y cierra las heridas para que no puedan encontrarlos. Pero el cacique quiere a Turi uah en su aldea. Los busca. Se oye la respiración de los indios rompiendo el chasquido de sus pasos, acelerando el correteo de las aguas. Por los poros del bosque entran el golpe seco y el grito negro del que viene a matar: ¡Zruga!

No tarda en caer el guerrero de la frente de plata, y su alma va allá, a la cima del cerro donde viven los muertos y la niebla protege sus casas. Es el país del Sibú, eternamente.

La princesa y sus amigos lloran de pena, con el corazón apretado por la tristeza. Avanzan por las selvas buscando la cumbre. Sus cuerpos se hacen veloces, cambian la piel por las plumas tibias del jilguero, sacuden y abren las alas que las subirán hasta el cielo.

El canto de los jilgueros es frágil y dulce, y siempre está vestido de luto. El jilguero es un pájaro solitario, aunque sea infinito el número de los que invaden los bosques con su canto, buscando las cumbres donde vive el guerrero. Es por eso que se les oye en serranías mágicas del Zurquí.

(Anónima: S.N., 1979)


Autor: Adaptación de la información compilada por Emilia Prieto. Supl. Zurquí, martes 20 de enero de 1981.

A pocos kilómetros de la ciudad de San José, se encuentran los valles del volcán Barva.

Hace muchísimos años vivió allí una princesa térraba llamada Turi Uha.

Turi Uha vivía tranquila en el poblado donde gobernaba su padre, el cacique.

Pero eran tiempos de guerra; y un día, un guerrero, que tenía la frente ancha como una montaña, cruzó los bosques del Zurquí para llegar a la tribu térraba.

El buscaba a Turi Uha, la mujer a quien amaba, la flor de sus valles.

La princesa también amaba al guerrero, pero ese amor estaba prohibido: sus tribus eran enemigas, por eso debían huir juntos en busca de otras tierras, lejos de su gente.

El amor no puede crecer en el territorio de guerra, por eso Turi Uha huyó por la montaña con el guerrero.

Sólo la acompañaron sus leales amigas.

Cuando el cacique, padre de Turi Uha se dio cuenta de ello, enfureció y marchó con sus guerreros en busca de los fugitivos.

El retumbar de los pasos y el chasquido de las ramas rotas al correr se oyeron por toda la montaña.

Y el enamorado guerrero, el de la frente alta como una montaña, cayó muerto por sus perseguidores.

Su alma subió a la cima del cerro, allí donde, según la creencia de su gente, habitan los muertos, en la morada del dios «Sibú».

La princesa y sus amigas continuaron huyendo a través de la selva. Turi Uha en su pena por la muerte del guerrero, sólo quería alcanzar la cima, donde habitaría con el alma de su amado.

Y mientras huyen de sus perseguidores, ocurre algo maravilloso: poco a poco sus cuerpos se vuelven ágiles, su piel se transforma en sedosas alas… han quedado convertidas en mariposas, que alzan vuelo para alcanzar el cielo.

Por eso suele vérselas en grandes cantidades por las mágicas cumbres del Zurquí.

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