La leyenda del arroz en Java
Shiva, el dios supremo, en un momento de sublime inspiración, creó a una joven tan bella, que le puso el nombre de Retua-Dumila, que quiere decir «joya esplendorosa».
Shiva se complacía tanto a la vista de Retua-Dumila que decidió hacerla su esposa. La joven se resistió al principio, pero habiendo sido aprobado el matrimonio por el consejo de los dioses, consintió en ello con una condición: que Shiva le procuraría un alimento de tal naturaleza, que siempre pudiese ser comido a gusto.
Shiva se afanó en vano para hallar ese alimento extraordinario; todo lo que ofrecía a Retua-Dumila le gustaba al principio, pero al poco tiempo le causaba repugnancia.
Desesperado el dios, despachó agentes hacia todas las partes de la tierra en busca de ese alimento tan deseado, y como éstos tardasen mucho en volver y no fuese ya posible contentarla, la joven murió en brazos del dios, el cual, con todo su poder, no había logrado satisfacer el deseo de su esposa.
Shiva mandó entonces enterrar el cadáver con gran pompa y ordenó a un príncipe de la corte que montara la guardia alrededor de la tumba. A los cuarenta días de enterrada la joven, vieron los guardias con asombro aparecer una viva luz sobre la tumba y cómo brotaban varias plantas desconocidas. Al verlas el dios, exclamó: «En estas plantas reside el alma de Retua-Dumila, y de aquí en adelante las llamaremos pari, esto es, arroz. Repartid sus semillas entre los hombres, porque con el tiempo constituirán uno de sus más preciosos alimentos.» «
Los primeros que usaron las semillas se llamaban Diaka Puring y Kiava-Tuwa, y desde entonces fueron honrados como padres de los arrozales.
Fuente: Segundo libro de lectura I. G. Seix & Barral Hnos., Barcelona, 1932.
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