Finn contra el demonio de Tara
El hijo mayor de Cumhal se llamaba Finn, cuando llegó a la adolescencia quiso ocupar el lugar que había pertenecido a su padre, como jefe de los guerreros del rey de Tara.
Así el joven Finn se encaminó hacia Tara durante la gran asamblea, el único momento en que ningún hombre podía levantarse contra otro dentro del territorio, y se sentó entre los guerreros de la Fian-na. Cuando el rey Cormac se dio cuenta de que un extraño se sentaba entre ellos, le ordenó decir su nombre y su linaje. Finn comenzó a recitar su procedencia para terminar pidiendo que el rey le permitiera servirle como ya había hecho su padre. El rey tomó juramento al joven y le permitió unirse a sus tropas.
Tiempo después, Tara fue asolada por un demonio que cada noche lanzaba bolas de fuego contra la ciudad, causando grandes llamas, nadie parecía capaz de luchar contra él pues cuando algún guerrero se acercaba, la bestia tocaba una música que provocaba un sueño profundo. Finn se dirigió hacia el rey anunciándole que se enfrentaría al demonio, el rey le prometió que de resultar vencedor, podría ser el capitán de la Fianna tal y como lo había sido su padre.
Finn partió a enfrentarse a la bestia con el regalo que le hizo uno de los antiguos compañeros de su padre, éste le había entregado una lanza mágica con cabeza de bronce y remaches de oro arábigo. La punta, guardada en una capucha de cuero, tenía la propiedad de que, cuando la cuchilla se colocaba en la frente de un hombre, a éste lo embargaba una furia que lo hacía invencible. Con ese arma, Finn se presentó a combate y esperó al demonio en los acantilados de Tara, cuando cayó la noche y escuchó las primeras notas de aquella melodía, descubrió la cuchilla de bronce poniéndola sobre su frente, con lo que rompió el hechizo. El demonio voló hasta el túmulo de Slieve Fuad, donde Finn lo derrotó, regresando a Tara con su cabeza.
El rey ordenó a sus guerreros que juraran obediencia a su nuevo capitán, o que de lo contrario se retiraran. Así fue como Finn tomó el mando de la Fianna gobernándola con lealtad hasta el día que le sorprendiera la muerte.
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