Pan

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Pan

El origen del dios de la naturaleza Pan no está muy claro, ya que en algunas versio­nes es hijo de Hermes y en otras lo es de Zeus, de Apolo e incluso de Cronos. Tampoco se conoce la identidad de su madre. Su nombre pudo ser Dríope, o quizá Calixto. Quien quiera que fuese, no hay duda de que después de su nacimiento quedó tan sorprendida por la apariencia del bebé, extremadamente hirsuto, con cuer­nos, patas y cola de cabra, que huyó inmediatamente. Afortunadamente las ninfas se apiadaron de él y le llevaron a Arcadia, una deliciosa región llena de bosques y montañas.

Pan era un dios sensual, que se pasaba el día persiguiendo a las ninfas y que tuvo una enorme descendencia con ellas. No sólo las ninfas fueron víctimas de sus caprichos, sino que también sedujo a Selene, la diosa de la Luna, disfrazándose de cordero. La ninfa Siringe, una fanática seguidora de la virginal Artemisa, no tenía intención de caer en sus garras y huyó a la ribera del río Ladón, donde las otras ninfas la protegieron transformándola en brotes de hiedra a petición propia. Después, Pan se hizo su flauta o siringe con los brotes de esa misma hiedra y aprendió a tocar con un aire quejumbroso hasta llegar a compe­tir con Apolo y su lira. Apolo ganó el con­curso, a pesar del apoyo de Midas, el des­graciado rey frigio, que prefería la manera de tocar de pan, por lo que el dios le castigó obligándole a llevar orejas de burro (ver Apolo y Midas).

Como dios de los bosques y de los campos, Pan vigilaba la fertilidad de los rebaños. Se trataba de un dios benevolente al que le gustaba vivir al aire libre. No obstante, cualquiera que le molestase descubriría su otra cara, pues podía enfurecer y hacer temblar de miedo a los demás: de ahí la palabra «pánico». También podía sembrar el terror entre los ejércitos. Según los atenienses, hizo huir a los soldados persas durante la batalla de Maratón, en el 490 a.C, en la que los griegos estaban en desventaja. Un altar dedicado a Pan en Atenas muestra el agradecimiento de Atenas por su ayuda.

Los dioses romanos Silvano y Fauno se identificaban con Pan, aunque el último se diferencia de él en varios aspectos (ver Fauno).

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