Balar
Uno de los dioses de la raza de los fomoireos. Este dios aparecia representado con un único ojo en la frente y otro en la parte posterior del cráneo. Este último ojo lo mantenía siempre cerrado ya que su mirada era mortal. Existen diversas leyendas sobre la muerte de este dios a manos de su nieto Lugh. La versión más conocida de su muerte relata cómo Balar había matado al rey de los Tuatha de Danann, Nuada. Lugh quiso vengarle por lo que se acercó sigilosamente a Balar y, antes de que éste tuviera ocasión de reabrir su ojo posterior, le lanzó una piedra con su honda con la que le atravesó el cráneo, produciéndole la muerte instantánea.
La tradición irlandesa cuenta con un relato más elaborado. A Balar su muerte le fue anunciada por un druida, que le predijo que moriría a manos de su nieto. Balar, horrorizado, encerró a su hija, Ethné, cuando era muy pequeña, en una torre construida en la cima de la isla de Tory, acompañada de doce mujeres, para impedir que conociera la existencia de los hombres.
Justo enfrente de esta isla vivían tres hermanos, Gavida, Mac Samhtainn y Mac Kineely, los mayores se dedicaban a trabajar en una fragua mientras que el menor era dueño de una vaca, que era la envidia de todos por la gran cantidad de leche que de ella se obtenía. La gran codicia de Balar le instó a apoderarse de tan magnífico animal pasando por la herrería cuando era vigilado por el confiado Mac Samhtainn, que cometió la temeridad de dejarlo en manos de Balar, mientras buscaba unas herramientas que el dios le había pedido, descuido que aprovechó para huir con la vaca hasta su isla.
Mac Kineely quiso vengarse utilizando lo que para el dios era más preciado, su hija, así que ayudado por un druida y un hada, se presentó vestido con ropas de mujer, en la puerta de la torre donde habitaba Ethné. Una vez allí solicitó refugio en la torre a lo que las mujeres accedieron, cuando estuvo dentro, el hada se encargó de dormir a las compañeras de reclusión de la muchacha, mientras el joven seducía a la hija de Balar. Pero nueve meses más tarde las consecuencias de esa tarde se hicieron evidentes, Ethné dio a luz a tres hermosos niños. La furia de Balar cuando descubrió que la profecía aún podía cumplirse fue inmensa, primero cortó la cabeza a Mac Kineely, más tarde cogió a los recién nacidos y, tras envolverlos con una sábana, ordenó que los arrojaran a una sima marina. Durante el traslado uno de los bebés se escurrió de su envoltorio y cayó al mar de donde fue rescatado por el hada que había ayudado a su concepción, ésta decidió entregar al pequeño a Gavida, su tío en realidad, que trabajaba para Balar. Un día en que el dios fue a la fragua jactándose de sus méritos y hazañas, el muchacho reconoció de inmediato la historia de su nacimiento y con gran furia tomó una barra que estaba calentando en el fuego, y con ella golpeó a Balar en la nuca, lo que provocó su muerte inmediata.
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