El roble y el zarzal
Crecía un alto y soberbio roble al lado de un riachuelo, y tan engreído estaba de su altura y tan engreído estaba de su altura y frondoso ramaje, que despreciaba al humilde zarzal que serpeaba a sus pies.
Un día, interrogóle el zarzal, por qué era tan orgulloso.
—Soy el árbol más bello de todos, le contestó —que crece por estos lugares; mi copa se eleva gallardamente hacia las nubes y mis ramas están llenas de lozanía, mientras que tú, infeliz, te arrastras por el suelo expuesto a ser hollado por los animales.
—Razón tienes —le replicó el zarzal, —pero cuando el leñador te señale para ser cortado, y sientas que el hacha hiere tu tronco, ¿no preferirías cam biarte por mí?
El orgullo no está lejos de una humillante caída.
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