La cascada de la novia
A pocos minutos de Paraíso se encuentra una catarata de seiscientos pies de altura, llamada por algunos la cascada de la novia. Cuentan los que recuerdan, que ese nombre fue dado, debido a que a principios de siglo actual se efectuó un paseo a ese lugar, que dio origen a la leyenda.
Para celebrar la despedida de solteros, una popular pareja de novios realizó un paseo al Valle de Orosi. Salió de Cartago en alegre cabalgata, el grupo de amigos.
Ellas graciosamente vestidas y montando a medio lado, como era la costumbre, luciendo caras frescas y bonitas. Los jinetes con sus caballos «enjaizados», con albardas decoradas en plata, riendas de crin negras y roncadoras espuelas. Entre risas, se oían los gritos cortos, argentinos y dulcemente femeninos contra los sonoros, largos y vibrantes güipipías.
Por fin llegaron al maravilloso Valle de Orosi, lugar de espectacular belleza, donde parece que a Dios se le fue la mano el día que lo creó. Y hubo bailes, risas, algunos versos, muchos piropos, sonrisas cariñosas, miradas coquetas y picarescas, mucha alegría y algunos brindis. Se brindó por ella, por el futuro, por las mujeres; el novio por la novia, por su sonrisa, por sus ojazos grandes, por su pelo negro, por ese pelo cuidadosamente trenzado, más abajo de la rodilla, al cual, el día de bodas, como dijo el novio, había qu ebuscarle un velo de material tan transparente, que ni por un momento ocultara a la vista, tan sigungular belleza.
Todo lo bueno termina. La cabalgata emprendió regreso. Al pasar cerca de la catarata, que cual eterno guardián, siempre en atención cuida el espléndido Valle, el brioso caballo de la linda novia, por una imprudencia ya olvidada, se asustó de tal manera, que posiblemente loco y relinchando, se lanzó al abismo, llevándose con él la novia buena, a la de los grandes ojazos, a la de pelo trenzado más abajo de la rodilla.
La leyenda ya se ha olvidado. Solamente el río, al lanzarse en el abismo, la recuerda y estrepitosamente la repite, en un extraño idioma que nadie puede entender…
A pocos minutos de Paraíso se encuentra la catarata llamada por algnos la cascada de la novia.
Autor: Guillermo Castro, Diario de Costa Rica 1959
Comentarios Facebook