Las Dríades y las Oréades
Las DRÍADES eran ninfas o diosas que cuidaban de los árboles y los bosques; su nombre viene de drys que en griego significa roble.
Se clasifican en Dríades propiamente dichas y en Hama-dríades; estas últimas viven incorporadas al árbol y con él identificadas; con él nacen y mueren. El hacha que corta el tronco hiere a la Hamadríade y la hace sufrir; las Dríades, al contrario, son inmortales y viven desligadas del árbol por ellas protegido. Durante el día y sobre todo por la noche forman alrededor de los troncos una ligera danza a la que frecuentemente vienen a juntarse los Sátiros de pies de cabra.
Esta fábula de las Dríades fue sin duda inventada para impedir que los pueblos destruyeran imprudentemente los bosques. Entre los romanos, ningún propietario podía cortar un árbol si antes los ministros de la religión no declaraban que las ninfas lo habían abandonado.
Se llamában ORÉADES, las ninfas de las montañas. Formaban el cortejo de Diana, a la cual acompañaban en sus paseos y a la caza. Créese ordinariamente que fueron estas ninfas las que apartaron a los hombres de la antropofagia y les enseñaron a alimentarse con plantas, castañas y miel.
Se daba el nombre de Napeas a las ninfas que gobernaban las colinas, los valles y los bosquecillos.
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