El mito de las Hespérides
Hespérides es el nombre que reciben las Ninfas del ocaso, quienes según Hesíodo son hijas de la noche, Nix. Sin embargo, posteriormente, se consideraron hijas de Zeus y Temis, de Forcis y Zeus, y por último de Atlas.
La cantidad de las Hespérides varía, aunque lo más común es que se mencionen tres: Egle, Eritia y Hesperaretusa. Esta última es a veces tomada por dos hespérides distintas que se llaman respectivamente Hesperia y Aretusa.
El lugar de residencia de estas divinidades es en el Occidente extremo al borde del Océano, no lejos de la isla de los Bienaventurados, aunque conforme se amplió el conocimiento del mundo, se ubicó el país de las Hespérides definitivamente al pie del monte Atlas.
Las Hespérides se encargaban de cuidar y vigilar con la ayuda de un dragón —hijo de Forcis y Zeto, o de Tifón y Equidna— el sagrado Jardín de las Hespérides, donde crecían las manzanas de oro, regalo de Gea a Hera con ocasión de su boda con Zeus. Mientras cumplen su función, las Hespérides cantan al unísono, junto a las fuentes de este lugar que manan ambrosía.
Estas ninfas se encuentran relacionadas con los trabajos de Heracles, pues éste tuvo que buscar los frutos de la inmortalidad por orden de Hera, junto a ellas.
La versión evemerista de este mito contaba que las Hespérides eran siete jóvenes, hijas de Atlas y Hespéride, que poseían grandes rebaños de carneros. Esto se produce por un juego de palabras en griego, ya que la palabra en griego designa tanto manzanas como carneros. Busiris, rey de Egipto y vecino de las ninfas, mandó a saquear sus rebaños de carneros y a raptar a las jóvenes. Cuando Heracles llega a su país, eliminó a los bandidos, liberó a las doncellas, las devolvió a su padre Atlas y recuperó el botín que también devolvió. En recompensa, Atlas le obsequió lo que había venido a buscar, que por cierto, no se aclara si eran las manzanas o los carneros. Además, le enseñó la astronomía al héroe, pues Atlas es el primer astrónomo dentro de la tradición evemerista.
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