Genios
Pequeñas divinidades protectoras, que estaban ligadas a los seres humanos desde su nacimiento. Nadie se libraba de su propio genio y podían llegar a influir en el modo de actuar de cada uno; de hecho, en Roma cada persona tenía dos genios ligados a su ser, uno de carácter amable y otro más inclinado a la perversión.
Pero los genios no se limitaban a proteger y vigilar exclusivamente a los humanos, pues cada elemento de la civilización o de la naturaleza tenían sus propios genios protectores.
Al ser considerado una divinidad protectora, se le debía rendir tributo en todas aquellas fechas que fueran señaladas para su protegido, ya fuera nacimiento, casamiento o deceso, los descendientes debían rendir tributo a los genios y espíritus de los antepasados, a través de los lares y penates. Así se les ofrecían plantas, alimentos y pequeños sacrificios exentos de sangre.
Los genios podían aparecer representados de muchas maneras, aunque la más habitual era una pareja formada por un joven con una corona de flores o el cuerno de la abundancia, junto a un anciano acompañado de un buho.
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