Horus y el trono egipcio
Su madre lo escondió en los pantanos de papiros para protegerlo de su tío Set. Al crecer, Horus reclama el trono de Egipto ante Ra y el resto de dioses importantes. Todos, salvo Ra, apoyan a Horus contra Set y, éste, propone un combate cuerpo a cuerpo para tomar una decisión final. Pero el resto de dioses deciden pedir consejo a la gran diosa Neit. Ésta se decanta claramente por Horus, heredero legítimo del trono egipcio y amenaza con el desplome del cielo si no se cumple su deseo. Ofrece a sus dos hijas como esposas a Set para suavizar el agravio.
Los dioses celebran su decisión salvo Ra, quien se enfrenta con Horus acusándole de cobarde. La situación se complica aún más con el intento de seducción por parte de la diosa Hathor hacia Horus y su rechazo. Se crea un tribunal con todos los dioses; unos plantean que el trono debe permanecer en el hijo y otros que debe recaer sobre el mayor de los dos. Finalmente, Ra consulta a Osiris a través de una «carta a los infiernos» y el trono recae sobre Horus.
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