Las Momias del Instituto
Luis Camarena González
En las vitrinas del museo de Historia Natural del antiguo Instituto Literario de Toluca (hoy Universidad del Estado) se han conservado por largos años cinco momias: tres de personas adultas y dos de niños. Las primeras corresponden al padre Botello, María Reyna y una parienta; las segundas son de dos hijos de ésta.
El profesor Luis Camarena González, notable taxidermista y profesor del Instituto investigó la historia de los misteriosos personajes, haciendo notar el hecho de que su momificación se debió a la manera en que los cadáveres fueron sepultados y al uso de cal en el momento de inhumación.
El padre Botello era un vividor, cuenta el profesor Camarena, que vivía de la caridad cristiana de los toluqueños sin ser realmente religioso, aunque vestía sotana y se adornaba con otras prendas del sacerdocio. Era en realidad un borrachín que abusaba de las bebidas espirituosas y que estafaba a los devotos pidiendo caridad para la iglesia. El sobrenombre de padre Botello le vino precisamente de su marcada afición al vino.
El tipo lunático recorrió muchos pueblos sin llamar realmente la atención de sus moradores, pero al pasar por San Antonio Acahualco, cerca de Zinacantepec, los vecinos lo descubrieron y lo denunciaron indignados ante las autoridades locales. Se cuenta que en el rancho de Capardillas se instaló un tribunal para juzgarlo y fue condenado a morir en la horca.
Ese fue el triste final de su vida sibarita. El profesor Luis Camarena observó que en rostro de la momia se notaba aún «el rictus característico del cuello tenso por la acción y la cuerda justiciera y aún más la señal del ahorcamiento, la de la lengua salida».
Por lo que hace a María Reyna, se sabe que era originaria de Almoloya de Juárez y que fue esposa de un bandolero apodado «Chepe Pesos Duros». Murió de disentería, después de contagiar a su parienta ya los hijos de ésta, por lo que fueron enterrados todos juntos y así se produjo su momificación por cal.
El profesor Camarena, que no carecía de sentido del humor, solía recordar que en cierta ocasión, los estudiantes del Instituto pertenecientes al club «Vampiros», sacaron de vitrina la momia del padre Botello y la incorporaton, debidamente pintarrajeada, a un desfile o carnaval con que celebraban el final de cursos.
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