Lamparitas del bosque
Chile. Leyenda mapuche
Dentro del volcán vivía un mago atormentado por su propia maldad porque todos le temían y acusaban de sus desgracias a veces con razón y otras no. Cuando la noche estaba muy oscura bajaba de la cima dejando restos de fuego volcánico para orientarse en su vuelta, pues no tenía medida con la bebida. El paisaje se llenaba de pequeñas luminarias rojas.
Cuando estaba borracho de chibcha, bebida alcohólica de manzana, se deprimía y preguntaba por el motivo de su maldad. Se entristecía y se ponía a llorar sin consuelo. Arrastrándose por las cuestas, llegaba a casa sin acordarse de apagar las lamparitas rojas que adornaban las laderas en las noches de los períodos de sequía.
Pero llegó una época de lluvias más larga de lo normal, lo que enfureció al mago por no poder encender sus guías luminosas para bajar y beber la chibcha que el cuerpo le pedía. Enojado, arrojó piedras, cenizas y lava; enterró sus dedos en los sembrados de papas pudriendo la cosecha del año ante el horror de los indios. Los hombres del poblado se reunieron para tomar medidas ante la futura hambruna, por lo que convinieron aliarse con todas las criaturas de la tierra y los espíritus del bosque para expulsarle de la zona.
Cada familia pidió colaboración a su animal protector, conversaron con todos lo animales y con los espíritus de los árboles. El espíritu de un árbol propuso apagar las lamparitas rojas para provocar la pérdida del mago y que se fuese hacia otro lugar. Todo el pueblo comenzó a fabricar chibcha en cantidades nunca vistas, cántaros y cántaros que despedían un olor tan fuerte que ascendió a la cima y despertaron al hechicero. Éste se dirigió hacia el pueblo, dejando más lamparitas que nunca pues sabía que la borrachera iba a ser impresionante. Regresó totalmente borracho, las lucecitas se apagaban y movían a su paso por la acción conjunta de todas las fuerzas del bosque. Desorientado cayó exhausto sobre la tierra y nunca más volvió a molestar a nadie. Las luces que entre todos le quitaron se convirtieron en las flores de copihue (campanitas rojas de la selva).
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