El lobo con piel de oveja
El camino se extendía como cinta descolorida en la gris mañana y culminaba en la cumbre de la colina. Allí, colgado de una rama que pendía a baja altura, se hallaba un lobo muerto, con una cuerda bien ceñida al cuello. Habían envuelto el cadáver en una piel de oveja, de manera que el lobo parecía una gran oveja que pendía del árbol. Mientras el labrador araba el campo junto a la carretera, contemplaba con ira al lobo.
-¿Por qué has hecho eso? -preguntó el vecino del labrador al pasar junto a él, señalando al animal.
-¿Por qué hizo lo que hizo ese bribón? -replicó colérico el labrador-. Una de mis ovejas murió, y dejé la piel tirada en el campo. Ese sinvergüenza la encontró y se envolvió en ella; luego, vino a mis campos de pastoreo y atrapó a dos de mis ovejas. Por suerte, yo necesitaba un poco de carne y cuando fui al redil maté a la primera oveja que encontré. ¡Pero, en vez de una oveja, me topé con ese canalla! Y ahora, está colgado ahí y bien que se lo tiene merecido.
-Tienes razón. Las tretas taimadas llevan en sí su castigo -replicó el amigo del labrador.
Comentarios Facebook