El grajo vanidoso
En un claro, en el linde mismo del bosque, un viejo grajo se había cubierto con el hermoso plumaje de un pavo real y se pavoneaba para que lo vieran los demás grajos. En realidad, su aspecto era muy estúpido, porque sus propias plumas negras se distinguían debajo de su atavío. Pero se paseaba orgullosamente y hacía burla de sus amigos, que lo observaban. El vanidoso pájaro hasta picoteó a uno o dos de ellos que se atrevieron a acercársele demasiado.
-¡Engreído! -le gritaron los demás, y huyeron al bosque.
Convencido de que ahora era tan bello como el pavo real, el necio grajo se acercó lentamente a un grupo de estos animales, que se soleaban. Fingió ser uno de ellos y agitó una pata en ademán de saludo. Pero los pavos reales no se dejaron engañar, Vieron sus plumas negras debajo del plumaje irisado, los irritó la audaz pretensión del grajo y se lanzaron sobre él furiosamente. Con fuertes chillidos, lo picotearon sin piedad hasta hacer trizas su bello atavío.
Abatido y desdichado, el grajo buscó a sus compañeros, para hallar consuelo. Pero éstos no quisieron saber nada de él -¡No trates de volver a nosotros! -le gritaron-. Has elegido. Ahora, afronta las consecuencias.
Y lo picotearon hasta que escapó.
El estúpido pájaro no tenía amigos hacia los cuales volverse. ¡Los que eran superiores a él, lo desdeñaban por fingir ser lo que no era, y sus iguales lo rechazaban por haberlos desdeñado!
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