El Pirata sin Cabeza
Rueda por la playa de los Loros, -entre las bocas de los ríos Jesús María y Grande de Tárcoles,- una leyenda que se afirma en la nebulosa historia de nuestra época colonial, y que alimentan cada año los pescadores o los peones salineros mientras descansan de sus faenas contemplando el maravilloso paisaje que, al ocultarse el sol se admira desde el Peñón de Tivives.
Cuenta la leyenda dicha que: cuando Sharp y Dampier pirateaban en el Mar de Balboa sembrando el terror en las Colonias Españolas, acostumbraban adentrar sus faluchos en el río Jesús María para descansar seguros y reparar averías. En el Peñón dejaban centinelas vigilando el horizonte, y mientras unos trabajaban, cazaban otros y todos bebían, los jefes planeaban la próxima correría.
Un día de tantos llegó del sur Dampier cargado de tesoros; tan grandes y valiosos eran que la codicia llenó su pensamiento y resolvió ocultarlos para lograrlos solo. Su plan confió en secreto al compañero que más temía, un viejo pirata corazón de hiena y punas de acero, e hijo del Diablo -según se decía- ofreciéndole compartir la presa. Ya puestos de acuerdo, con engaños enviaron sus hombres al Peñón de los vigías y entre los dos pasaron el tesoro a la rivera; al pié de corpulento «guanacaste» cavaron hoyo profundo y en cascada amarillenta allí cayó el botín. Pero… recordó Dampier que secretos entre dos no son secretos y su puñal, cien veces asesino, a traición clavó en el ladrón compañero. Cayó el pirata moribundo y expiró invocando a su padre Satanás; éste llegó, -se metió dentro del muerto y por su boca… ¡Aquí! gritó. Tembló Dampier. Requirió su sable y de medroso y terrible tajo separó del tronco la cabeza del muerto, que rodó y rodó cayendo en el hueco del tesoro. Ya no hablarás! dijo el traidor, pero… oh poder del Diablo! El cuerpo del pirata sin cabeza del suelo levantó, extendió hacia la mar su brazo y… ¡Aquí! gritó. Huyó Dampier horrorizado hacia el Peñón de los Vigías llamando compañeros… y el cuerpo sin cabeza tras él corría ¡Aquí! gritando… ¡Aquí!
Contemplaron los piratas el macabro espectáculo. -Les llenó el espanto.- Volaron al falucho. Las anclas levaron. Al ancho mar huyeron temblando de pavor, y en el Peñón quedó hacia la mar tendiendo el brazo, como un fantasma horrible, el pirata sin cabeza… ¡aquí! gritando… ¡aquí!.
Y en la rivera izquierda del río Jesús María quedó el tesoro guardado, al pié de corpulento «guanacaste» que el hijo del Diablo cuida. Y la sombra del fantasma, del pirata sin cabeza aguarda un hombre sin miedo para partir las riquezas.
Cuentan los viejos pescadores que para las lunas llenas -al llegar la media noche- en el Peñón de Tivives un fantasma sin cabeza, que lanza un grito extraño, por las rocas se pasea. Y que para el mes de octubre, cuando por el río Jesús María bajan corrientes, una lancha misteriosa que nadie maneja, domina las corriente.-, y quietecita se queda, frente a un viejo «guanacaste» que se encuentra en la rivera.
Tal es la leyenda que en el «Peñón de los Vigías» duerme en los inviernos y los veranos despierta, cuando viejos pescadores admiran el bello paisaje, que al ocultarse el sol se contempla desde el Peñón de Tivives.
V. Rodriguez
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