El alpinista
Cuentan que un alpinista, desesperado por conquistar el Aconcagua, inició su travesía después de años de preparación, pero quería la gloria para él solo, por lo que subió sin compañeros.
Empezó a subir, y se le fue haciendo tarde. Y aún se le hizo más tarde, pero no se preparó para acampar, sino que siguió subiendo, decidido a llegar hasta la cima, pero de pronto oscureció. La noche cayó pesadamente en la altura de la montaña, y ya no podía ver absolutamente nada. Todo estaba oscuro, sin visibilidad alguna. No había luna, y las estrellas estaban cubiertas por las nubes.
Subiendo por un acantilado, a sólo cien metros de la cima, resbaló y cayó al vacío. Se precipitaba a una velocidad vertiginosa: sólo podía ver manchas oscuras que pasaban veloces en la misma oscuridad y experimentaba la terrible sensación de ser succionado por la gravedad.
Seguía cayendo… y en esos angustiosos momentos le pasaron por la mente todos los momentos gratos y no tan gratos de su vida. Cuando creía que iba a morir, de pronto sintió un fuerte tirón que casi lo partió en dos… Sí, como todo alpinista experimentado, había clavado clavijas de seguridad con mosquetones a una larguísima soga que lo sujetaba por la cintura.
En ese momento de quietud, suspendido en el vacío no pudo hacer más que gritar:
—¡Ayúdame, Dios mío!
De repente, una voz grave y profunda le contestó desde los cielos.
—¿Qué quieres que haga?
—Sálvame, Dios mío —replicó el alpinista.
—¿Realmente crees que te puedo salvar?
—Por supuesto, Señor —contestó.
Tras una breve pausa la voz respondió:
—Entonces corta la cuerda que te sostiene.
Hubo un momento de silencio y quietud, y el alpinista se aferró más aún a la cuerda y reflexionó…
Cuenta el equipo de rescate que al día siguiente encontraron colgado a un alpinista congelado, muerto, asido fuertemente con las manos a una cuerda, a dos metros del suelo.
«Puede que también yo tenga que soltarme de alguna cuerda para salvarme en medio de alguna oscuridad…
«Hay algunas personas en las que podría confiar más, y para mí sería una liberación…
«A veces puede que arriesgue más de lo «debido» en el alpinismo de mi vida…
José Carlos Bermejo
Regálame más cuentos con salud
Maliaño, Editorial Sal Terrae, 2008
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